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sábado, 24 de agosto de 2013

UN MISTERIO SIN RESOLVER







La vida al igual que los recuerdos va y viene. Esta noche tocaba insomnio. Ordenando los estantes de mis libros de cocina, encontré el cuaderno donde apuntaba las recetas que me gustaban mucho cuando era jovencita.
¡¡Parece increíble que sobreviviéramos sin Internet!!
De golpe retrocedí casi treinta años en el tiempo, al poco de llegar a España. Mi padre se había prejubilado de su trabajo en Paris y había decidido abrir una pequeña tienda de numismática en Málaga. Era un comerciante nato. Cierto día me pidió que le acompañara a casa de una viuda que necesitaba vender su biblioteca.
Los mil y picos volúmenes del difunto marido necesitaron varios viajes en coche. Mientras mi padre se decidía si revender la “morralla” y quedarse con los tomos más antiguos y valiosos, yo me estaba pletórica. Los libros siempre fueron y serán mis amigos y empecé a bucear entre los numerosos títulos.
No sé si el dueño de tantas novelas era español o extranjero pero no faltaban libros en francés, inglés, incluso en alemán.
Encontré unos pequeños tesoros: “La véritable Cuisine de Famille, par Tante Marie y Grande et Véritable Cuisinière Bourgeoise”. No sólo tenían recetas, sino además, un sinfín de trucos adorables.
Unas notas manuscritas en los laterales de las páginas llamaron mi atención.  Ha pasado mucho tiempo y no recuerdo  exactamente lo que estaba escrito, pero sí la receta del “Gâteau de Saint-Tropez”,  que fue la que recopilé en mi cuadernito.
La casualidad hizo que descubriera más anotaciones en otros libros. Ésta vez el asunto se ponía interesante. Dichas observaciones eran como un diario pero sin tantos detalles, estaban escritas en un estilo telegráfico y bastante enigmático.
Como dicen los ingleses: Curiosity killed the cat (la curiosidad mató al gato). A mí no me mató pero me llevó hacia una búsqueda frenética entre los miles de volúmenes para encontrar más información sobre el misterioso/a escritor/a. Poco a poco, (en España nos gusta más: la paciencia es la madre de todas las virtudes)  la personalidad del personaje fue revelándose, ya que en algunas frases, los adjetivos calificativos personales eran femeninos. Descubrí que le encantaban las historias de Jane Austen, por lo tanto era una chica romántica. Entre las páginas de Emma supe que la misteriosa muchacha se llamaba “Adèle”.
Pero había un problema y era que las notas no tenían fechas, así que era imposible darle una localización cronológica a la información. Me disgustaba mucho enterarme de que le habían regalado una bufanda de lana vieja y luego encontrar el libro dónde explicaba que había visto a su madre esconder un paquetito envuelto en papel de periódico que, probablemente, sería para su próximo cumpleaños. Adèle soñaba con unos pares de medias de seda, que escaseaban durante la segunda guerra mundial. Es como si te cuentan el final de una peli antes de verla o si lees cómo acaba una novela antes de empezar.
¡AH! ¿Pero no os he dicho que esta chica vivía en plena ocupación alemana en un lugar del sur de Francia? ¡Qué cabeza la mía!
Los seis volúmenes del Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, me ayudaron a situarle en 1944 en la comunidad de Saint-Maxime.
¿Y que además, estaba enamorada de un hombre alto, rubio con unos preciosos ojos azul zafiro? ¡Qué despiste!
En la página nº 407 de “L’Auberge de la Jamaïque de Daphné Du Maurier (sí, la misma escritora de la famosa novela y magnífica película “Rebeca”), Adèle había subrayado varios párrafos: Mary se promenait seule sur la lande. Le vent aigu lui cinglait le visage…. (Mary paseaba sola entre brezos. El viento punzante le laceraba la cara…).
Adiviné que le gustaba alguien cuando leí esta frase al pie de página: il a posé ses yeux sur moi et j’ai cru mourir de plaisir (su mirada permaneció sobre mí y creí morir de placer).
Pero Adèle sabía lo que les ocurría a las chicas que simpatizaban con el enemigo, por muy apuesto que fuera el uniforme ario: las paseaban por las calles, con la cabeza totalmente rapada, tirándoles piedras y abucheándolas, amén de terminar en una oscura cárcel.
Mi ingenioso intelecto se percató (perdonadme esta pequeña muestra de orgullo), de algo más, y es que Adèle formaba parte de la Resistencia Francesa o Maquis.
En Francia, el maquis también es un terreno cubierto por la  maleza: lavanda, romero, arbustos espinosos, etc. Todo muy típico de La Provenza. Pues eso, con tantas anotaciones diciendo: je vais me promener au maquis (voy a pasear por el maquis) me hizo sospechar (como dicen los franceses: j’avais la puce à l’oreille).
Una “maquisard” enamorada de un militar alemán, ¡Qué locura!
Por eso, en vez de desahogarse en un diario, como lo hubiera hecho cualquier  jovencita, Adèle, por miedo a ser descubierta, escribía sus anhelos pasionales en los márgenes de las novelas.
Sin embargo, la vida siempre está dispuesta a regalarnos muchas sorpresas. Por esa época, descubrí que mi novio salía  con otra, luego conocí a un chico con el que empecé una historia, un poco por resentimiento y otro poco por aburrimiento. Fue una relación muy problemática y traumática. Siete años después encontré al que me salvó la vida, metafóricamente hablando, y que sigue siendo mi amor.
Me olvidé de Adèle, aunque lo último que recuerdo haber leído, en Madame Bovary de Gustave Flaubert, era:
 14 août 1944,  JE L’AI FAIT!! (lo he hecho).
El 15 de agosto de 1944, las playas del pequeño pueblo costero de Saint-Maxime fue uno de los lugares escogidos por los “Aliados”  para el desembarco de Provenza.
Hoy, ya es imposible que pueda seguir la historia de Adèle. Parte de la biblioteca la tiene mi hermana, otra mi madre y yo también, muchos libros fueron vendidos muy a nuestro pesar (pero eso, es otra historia).
Necesito vuestra ayuda para desenmarañar este misterio.
¿Participaría Adèle como miembro activo del Maquis en algún atentado? O…
¿Ocurrió lo que todos imaginamos con el guapo militar alemán?
He fotografiado las dos joyitas en las que aún se pueden leer sus palabras. Ahora me emocionan más que antes.

Receta
Le gâteau de Saint-Tropez o tarta de Adèle
200gr de almendras molidas
200gr de azúcar
ralladura de limón
75gr de fécula de patata
una pizca de sal
4 huevos y 1 clara
Mezclar juntos todos los ingredientes excepto la clara que se montará a punto de nieve. Añadirla a la preparación con cuidado de que no caiga mucho. Hornear a 150º durante 1 hora.




2 comentarios:

  1. Que bonita es esta historia, ojalá Adèle acabara encontrando a su apuesto hombre rubio y se fugaran juntos.

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  2. huy que historia mas interesante me gustaria poder investigarla

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